27 mayo, 2008

20 claves para entender el“Paro Agropecuario”

Hemos visto en los medios de comunicación argumentaciones a favor (la mayoría) y en contra (unas pocas) de la medida de fuerza de los empresarios del agro y para entender el“Paro Agropecuario” Agreguemos un esfuerzo adicional para incorporar 20 elementos, en general no destacados del conflicto que nos afecta.

1- Una huelga o paro, es una suspensión de las actividades propias y no un impedimento de las actividades ajenas. Este corte de rutas , denominado "paro", por lo que es, debe calificarse de otra manera.
2- Desde hace muchos meses los medios de comunicación preanuncian una situación de grave conflicto redistributivo, lo que traería el peligro de alterar la situación de crecimiento de la economía, esto es, el posible reclamo de los trabajadores de un aumento salarial acorde a los índices de inflación informados por los mismos medios, el que está lejos de los anunciados por los organismos oficiales. La realidad ha probado lo contrario, la responsabilidad demostrada por las organizaciones gremiales, permitió la firma de los acuerdos de los convenios vencidos y nada hace (¿o hacía?) preanunciar desbordes de ningún tipo en los restantes.
Paralelamente diversos sectores, en particular los ligados a la exportación, veían incrementar considerablemente sus ingresos. Entre estos, es destacable por sus ganancias extraordinarias, la evolución de los incrementos del sector empresarial agropecuario.
En este sentido merecen transcribirse los datos enumerados por los investigadores de la Universidad de Bs. As., Javier Rodríguez y Nicolás Arceo (citados por Fabián Amico), que indican que la renta apropiada por el sector agropecuario se multiplicó en pesos por 5 desde la devaluación: era de $72 por hectárea en la convertibilidad y en 2004 rondaba los $ 370. El estudio indica que en la década de la convertibilidad, el sector obtuvo en promedio, ingresos por U$S 5200 millones anuales, con una renta anual promedio de 1000 millones, mientras que entre 2002 y 2004, los ingresos totales promedio alcanzaron U$S 7850 millones, con una renta anual de U$S 3000 millones promedio. Es decir que la renta se triplicó en dólares.
Por su parte la considerable suba de los precios internacionales ha permitido alcanzar índices inéditos de la rentabilidad inclusive con la aplicación de retenciones vigentes.
3- En este marco y para los memoriosos, el concepto “paro agropecuario”, nos remite necesariamente a la acción realizada en febrero de 1976, por una denominada coalición empresaria encabeza por José A. Martínez de Hoz, ideólogo y principal ejecutor de la dictadura que destruyó el aparato productivo y el tejido social argentino. Las graves situaciones sociales, económicas y humanas vividas en los 30 años posteriores no merecieron ninguna medida similar por parte de la dirigencia empresarial ruralista. De más esta decir que nadie imagina un “golpe militar”, la actual situación de organización social y política del pueblo argentino, no requiere - para el intento de instauración de un cambio en la política económica de una acción similar a la del ´76’ - de las fuerzas armadas, las que por su parte no están en posición, ni en voluntad de semejante locura. Hoy los golpes los da “el mercado”, con el destacado papel de la prensa.
4- En este sentido, al igual que en 1976, los medios de comunicación – como expresión de los grupos económicos concentrados - se convirtieron en bandera del “paro”, siendo sus voceros aquellos mismos de hace más de 30 años (Mariano Grondona. Bernardo Neustad, Magdalena Ruiz Guiñazú, La Nación, La Prensa, Clarín, etc., etc., etc.).
5- Afirmar que “el campo” sostiene la política fiscal del Estado argentino resulta erróneo (cuando no falaz) dado que – como se afirma - en la recaudación del año 2007 el campo aportó sólo el 10 % de la misma.
6- No debemos olvidarnos que en cualquier legislación tributaria de los países más ricos, se aplican elevadas tasas a las ganancias extraordinarias, cuando por algún suceso ajeno a los costos de producción y a una utilidad razonable, se elevan desmesuradamente las utilidades. Los tratadistas denominan esta situación como “impuesto a las ganancias del cielo” dado que ponen como ejemplo lo que el Estado debería cobrar si cayeran meteoritos de oro sobre una propiedad. Este es nuestro caso, las retenciones móviles no están reduciendo la utilidad considerada en el momento de la siembra, sino que se está redistribuyendo parte de las ganancias excepcionales aparecidas luego de ella. Debería considerarse el estado de las retenciones a las exportaciones de petróleo, aceros y otros productos para garantizar la justicia tributaria
7- En este marco aparece como un grave error del gobierno no establecer la diferencia que corresponde (según las cifras dadas a conocer) entre un poco más de 900 propietarios que detentan 35 millones de hectáreas, mientras que 137.000 productores cultivan sólo 2.000.000 de hectáreas. La misma equivocación de pretender asociarse a todos los intendentes, como si sólo por el hecho de serlo, todos fueran buenos. El peligro frente al que nos encontramos radica en que legítimos reclamos de los pequeños productores y de otros sectores de la población que no se sienten incluidos en la política oficial actual, puedan ser utilizados por los grupos económicos interesados en volver a la política de las últimas décadas.
8- Por su parte eliminar - como se exige - las retenciones fiscales, significa cambiar radicalmente el modelo económico iniciado por el gobierno de E. Duhalde y profundizado por N. Kirchner, lo que acarrearía la vuelta a las políticas de la “ortodoxia liberal” aplicadas desde 1976 hasta el 2001 con considerables alteraciones socio-económicas.
9- La primera de ellas sería que la carne, harina, leche, trigo, pollo, etc., elevarían sus precios a valores imposibles de adquirir por la inmensa mayoría de la población, dado que lógicamente el mercado interno (cada uno de los argentinos) debería pagar los mismos precios que los valores de exportación, esto por una simple aplicación del “efecto arrastre”, lo que luego traería reclamos salariales, puja distributiva y mucha más inflación.
10- La otra sería que – al dejar de contar el Estado con los fondos necesarios para adquirir dólares – este se ubicaría en valores similares a los de otros países de la región, por ejemplo Brasil, lo que establecería un tipo de cambio menor a $ 1,70 por dólar, por lo que el monto que recibirían los productores agropecuarios sería inferior al que hoy perciben, con las retenciones incluidas.
11- La tercer consecuencia sería la invasión – como sucedió durante la vigencia de la convertibilidad – de productos extranjeros, con el quiebre de la industria y la vuelta a la desocupación masiva.
12- Como queda en claro la discusión es si nuestra comunidad aprovecha la actual coyuntura nacional (dólar alto, aumento del consumo, reactivación industrial) e internacional (demanda de materias primas con altos valores, por ejemplo los granos están al más alto de los últimos 25 años) y quiénes se apropian de las super-ganancias que de ellas pueden obtenerse.
13- Para esto se requiere voluntad de diálogo de todas las partes y una acción pedagógica por parte del gobierno nacional. En este sentido las autoridades no han sabido – o no han querido – practicar un viejo apotema de la política popular, que indica que “sólo se conduce con el concurso organizado del pueblo”. Es decir, el debate tendría otra forma y otros serían los “ámbitos” de resolución, si se hubiera favorecido la participación de la comunidad en la organización política y en la toma de decisiones.
14- Quienes a lo larga de nuestra vida hemos concurrido a múltiples “manifestaciones espontáneas”, sabemos acabadamente que éstas no existen. Algún grupo de poder las organiza y las capitaliza. Afirmar lo contrario sería mentiroso o – en el peor de los casos – de una ingenuidad rayana en la estupidez.
15- Lo mismo sucede con la pretensión de que este conflicto “no es político”. Las afirmaciones de los manifestantes en el sentido de que “el campo debe voltear al gobierno”, se ven ratificadas por las declaraciones del promocionado “líder” entrerriano (Alfredo De Angeli) cuando expresa por los medios de comunicación y sin que a nadie se le mueva un pelo, que “las elecciones no sirven para elegir autoridades”. Los argentinos hemos pagado con mucho dolor los atajos de evitar las elecciones como para abundar sobre un exabrupto como este.
16- Paralelamente otro error del gobierno parecen ser las expresiones del Jefe de Gabinete, Alberto Fernández cuando – al referirse a las autoridades de las cuatro entidades patronales que encabezan el conflicto, las califica reiteradamente como “el campo”. En una nota reciente del presidente del INCADEVI (Instituto de Defensa del Ambiente y Ciencias de la Vida) Pablo Amestoy, llama a no confundir “el campo” con “los que trabajan en el campo”.
En la misma nota analiza el proceso de “sojización” desarrollado durante la presidencia de Carlos Menem, destacando que “trajo aparejada una fuerte concentración de las tierras más fértiles en manos de los llamados pool de siembra con el consiguiente éxodo de mano de obra excedente hacia las grandes ciudades.(…)Los pequeños productores fueron siendo sistemáticamente fagocitados por los pool de siembra y hoy la Argentina toda, es una inmensa plantación de soja, que ya ocupa casi el 70% de la superficie total sembrada”. Concluye afirmando que “no olvidemos que los monocultivos incentivan el uso de fertilizantes y agroquímicos altamente contaminantes. Que producen desertificación, contaminación del agua y pérdida de biodiversidad, graves problemas de salud en los seres humanos, animales y vegetales”. En este sentido, el otro papel de las retenciones es poner freno a la “sojización”, pues si así no fuera, en muy pocos años nos encontraríamos sin carne, ni leche, ni los otros granos, ni hortalizas, o muchos otros productos.
17- Los medios de comunicación han afirmado que el corte de rutas ha provocado un considerable desabastecimiento, lo que – afirman – habría producido un 12,5% de aumento en la canasta básica de alimentos. De ser cierta esta afirmación, considerables porciones de la población que hoy se encuentran debajo de la línea de la pobreza habrían pasado (o estarían en serio riesgo de hacerlo) a la condición de indigentes, por no poder con sus ingresos abastecerse de los alimentos necesarios para su subsistencia. De ser así, cualquier situación de violencia por la desesperación que esto implica podría aparecer como lícita y justificable, mucho más cuando los mismos medios han mostrado cómo se tiraba leche y otros alimentos en las rutas cortadas, se sacrificaban pollitos o se pudrían grandes cantidades de productos, hecho que debe avergonzarnos cuando un alto sector de la población se encuentra por debajo de la línea indigencia.
18- Valdría la pena preguntarse qué actitud tendrían los mismos medios si durante un período similar al corte que vivimos, por ejemplo el sindicado de camioneros hubiera paralizado la recolección de residuos, hecho de una gravedad - en el mejor de los casos - similar a la suspensión del envío de alimentos. Pero imaginemos cuál sería la reacción si los mencionados trabajadores hubieran interrumpido el libre tránsito, en sólo una de las ciudades argentinas. Pensemos lo mismo si los trabajadores nos dejaran sin gas, nafta, transporte u otro servicio similar durante medio mes.
19- Por último consideremos el aspecto que hace al derecho a la vida, que se pone en peligro con la falta de aprovisionamiento y que ya ha provocado varias muertes, silenciadas por los medios (entre otras, una por desvío de ambulancia, al menos una por agresión armada, otras informadas por accidentes en caminos secundarios sin la seguridad adecuada, etc.).

05 mayo, 2008

A Diez años de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social

Diez años atrás y en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social en Copenhague, Dinamarca, los líderes del mundo se comprometían por primera vez en la historia a erradicar la pobreza sobre la faz de la Tierra, fomentar la integración social y la promoción del empleo.
Hoy, al hacer un balance de las metas y los logros alcanzados, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) asegura que poco se ha logrado en la lucha contra la desigualdad y el desempleo.

La pobreza ha descendido en términos generales, pero no en Latinoamérica y el Caribe. Si bien la pobreza ha descendido en términos generales, es decir, el número de personas viviendo por debajo de la línea de la pobreza (lo necesario para cubrir las necesidades básicas) se redujo de 30% en 1990, a 21% en 2001, según datos de la ONU, esto no quiere decir que vivamos en un mundo menos desigual. Por el contrario, el crecimiento económico mundial ha permitido reducir el número de pobres pero, al mismo tiempo, ha incrementado la brecha entre los ricos y los pobres.
En pocas palabras. El planeta genera los recursos necesarios para que todos podamos vivir lejos de la pobreza y el hambre, pero cuando llega el momento de la redistribución a unos pocos les toca mucho y a otros tantos no les toca nada de nada.
Desafortunadamente, esa realidad que afecta a millones en el mundo todavía no ha cambiado pese a los compromisos de Copenhague.
Los países donde los índices de pobreza han descendido considerablemente son China, las economías en transición de Europa Oriental y Asia Central.
Esto ha permitido prever a la ONU y otros organismos internacionales que la mayor parte de Asia y de África septentrional podrán lograr los llamados "Objetivos del Milenio", que tienen como meta reducir la pobreza a la mitad en 2015.
Sin embargo, América Latina y el Caribe no presentan un panorama tan optimista en materia de reducción de la pobreza. Según el último informe del secretario general de la ONU, Kofi Annan, América Latina y el Caribe es una de las regiones del mundo donde la lucha contra la pobreza ha tendido resultados "limitados o nulos". En 1997 había 204 millones de pobres en la región Actualmente el número asciende a 224 millones. De esta última cifra, 96 millones son indigentes. Y si analizamos los números podremos ver lo acertado de sus palabras. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en la región viven hoy 224 millones de pobres, de los cuales, unos 96 millones son indigentes.
En 1997, los pobres sumaban 204 millones. Es decir, en los últimos años, la pobreza se ha acelerado en la región, fundamentalmente tras las crisis económicas de 1998 y de 2001. En África Sub-sahariana y en Asia Occidental, los pronósticos tampoco son alentadores. Según datos de la ONU, la pobreza incluso se ha incrementado en esta última región el mundo. Otro de los compromisos de Copenhague fue alcanzar el pleno empleo. Sin embargo, las cifras confirman que este objetivo no se ha alcanzado.
En 2003 unos 186 millones de personas en el mundo no tenían empleo, o lo que es lo mismo, poco más del 6% de la población económicamente activa. Esta cifra es un 32,8% más abultada de la registrada 10 años atrás (unos 140 millones). Como si fuera poco, a esa cifra se le suma que unos 550 millones de personas en el mundo tienen trabajo pero no ganan lo suficiente para vivir por encima de la línea de la pobreza. O, lo que es lo mismo, su salario no les alcanza para abastecerse con sus requerimientos mínimos de alimento y vivienda.
Según la ONU, existen razones claras por las cuales los compromisos de Copenhague no se han alcanzado. Entre ellas el hecho de que el incremento de la desigualdad muestra que los países no están haciendo lo necesario para enfrentar las verdaderas causas de la pobreza. La exclusión social, la discriminación, así como el escaso acceso a los servicios básicos, la violación de los derechos humanos, los enfrentamientos armados, las catástrofes naturales, las enfermedades y los malos gobiernos, son algunas de las piedras que aparecen en el camino a la hora de lograr un mundo sin pobres y más igual.
Para ministros y representantes latinoamericanos, la pobreza es mayor pero el compromiso también.Pero no sólo eso, también la pesada deuda externa que aqueja a algunos países, más que nada a los más pobres, juega un papel en contra a la hora de reducir la pobreza. La escasa generación de empleos y la dependencia de las economías de algunos países a la producción de materias primas (cuyos precios han sufrido una acelerada tendencia a la baja en las últimas décadas), hacen mucho más difícil alcanzar los compromisos de Copenhague.
Pese a los pocos avances alcanzados en América Latina y el Caribe desde la reunión de Copenhague, los ministros y representantes de la región que participan en la Comisión de Desarrollo Social en Nueva York, aseguran que hoy el compromiso de la región es mayor que el de hace una década. Un claro ejemplo de eso son los programas de desarrollo social que se han puesto en marcha en países como México, Brasil y Chile, y que la región entera observa para una futura implantación en países donde la desigualdad es grande.
Con este mayor "compromiso" de los gobiernos de la región, sólo queda esperar entonces que los objetivos ahora sí se cumplan y que los planes se lleven a la práctica, porque está más que claro que América Latina no puede dejar pasar otros 10 años para solucionar sus problemas de pobreza y desigualdad.
Los pobres no pueden esperar.

01 mayo, 2008

1º de Mayo Dia del Trabajo

"Si crees que ahorcándonos podrás acabar con el movimiento obrero ... el movimiento del cual los millones de oprimidos, los millones que laboran en la miseria y la necesidad esperan su salvación, si ésta es tu opinión, ¡entonces ahórcanos! Aquí pisoteas una chispa, pero allí y allá, detrás de ti, frente a ti, y por todas partes, las llamas surgirán. Es un fuego subterráneo. No lo podras apagar". Albert Spies(ejecutado en Chicago el 11 de noviembre de 1887)


En 1889, durante el Primer Congreso de la Segunda Internacional Socialista, celebrado en París, se decidió que el 1º de mayo conmemoraría en adelante la solidaridad laboral. Desde entonces la mayoría de los países del mundo, especialmente aquellos de pasado o presente socialista, celebran ese día a sus trabajadores. Paradójica y significativamente, el 1º de mayo no se celebra en Estados Unidos ni en Canadá como Día del Trabajo, sino como Día de la Ley (Law Day). En esos países se otorgó a los trabajadores el primer lunes de septiembre, un día sin significado histórico, para celebrar su día (Labor Day).La jornada laboral de ocho horas en Estados Unidos tuvo que esperar hasta 1935 para ser aprobada, durante la presidencia de Roosvelt.